martes, 12 de mayo de 2009

Nacido el 1 de mayo (La ciudad no se detuvo)


A Paul, que desde ya nos hace mejores

Naciste en París, el 1 de mayo. Y la ciudad no se detuvo.

Muy cerca, siguieron paseando por el Jardín de Luxemburgo, escogiendo los rincones y la posición de las sillas para disfrutar del mejor ángulo de sol. Había motivos para contener la respiración, pero los cláxones continuaron rompiendo el aire. Las hojas seguían bailando en las esquinas, los cuadros como siempre, incomprendidos y cautivos en los museos. La periferia siguió estando donde debe: apartada.

Insensible, la ciudad no se detuvo. También muy cerca, seguían tomando cafés y respiraban hondo en busca de fantasmas en la orilla izquierda: Sartre y compañía, el 68, Rayuela. No tengas miedo, los fantasmas son sólo los recuerdos de mujeres y hombres que discutían, pensaban y tiraban piedras porque querían estar y ser mejores. Ya los escucharás cuando pasees por ahí…

Ajenos al milagro, los manifestantes no pararon la marcha, y continuaron juntando sus voces, en el día de la resistencia y la alegría de ser lo que sea, pero juntos. Las baguettes, cuando te salgan los dientes hablamos, no dejaron de coger aire antes de subir a los pisos. Los intelectuales malhumorados, los queseros cuidadosos, los universitarios sobrios y soberbios, la soledad reposada de los apartamentos, las paredes como muros de alambrada.

Todo eso seguía siendo París, a pesar de que tú ya fueras parte de ella. No dejaron de avanzar orgullosas las bicicletas que se pasan de mano en mano. Tranquilo, ya te explicaremos lo que es una bicicleta, orgullo, avanzar, mano en mano; y antes de lo que piensas (y de lo que imaginamos) pedalearás decidido por el parque de al lado. Porque también en París tiene que haber un parque de al lado.

También el 1 de mayo -el día que llegaste, no sé a dónde: al mundo, a un nosotros, supongo- las torres rasgaron las nubes, los puentes siguieron firmes dejando pasar, condescendientes, las aguas del Sena. No sonrieron las gárgolas de Notre Dame, tú ni las mires. Ni siquiera se pararon las formales oficinas, ni cerraron 5 minutos las tiendas exquisitas. No dejaron de mirar el reloj los ejecutivos, ni de quemar crepes los indonesios. París no se dio un respiro, un instante para darse cuenta de la maravilla.

Es verdad, naciste y la ciudad no se detuvo. Pero yo lo juro, que desde entonces, es más ancho el horizonte, y científicos de todo el mundo estudian como ese día, el 1 de mayo, en París, el cielo se abrió un cachito.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Olé.
G.

Anónimo dijo...

...hasta la Maga disfrutaría contándole este "cuento" a Rocamadour...

ya escribió el poeta que "ni el amor detien el tráfico", pero estas líneas (casi) nos paralizan los corazones...

ch.

Anónimo dijo...

precioso precioso precioso.
cuando compruebes la paz que irradia, todavia será mas bonito y adecuado tu escrito.
es una magia su cara bondadosa.
una abela feliz

Precarioman dijo...

enhorabuena amigo.

Gustavo dijo...

¡Enhorabuena amigo!