sábado, 24 de octubre de 2009

Los hay

Hay quienes luchan cada día. Hay mujeres que se duermen pensando en lograr los sueños de otros. Hay hombres, al final hay hombres, que no se resignan a que sufran otros hombres.

En Madrid, en cualquier ciudad, en el pueblo menos pensado, hay quienes pasan frío, y calor, y lluvia, en manifestaciones que luego se contarán como “apenas unas decenas contra…”. Hay reuniones a las que les sorprende la noche. Hay asambleas a la hora de comer.










Hay quienes acaban una jornada agotadora, felices por haber sacado una sonrisa de quienes casi nunca sonríen. Y miden su trabajo con la inmensidad de esas sonrisas.


Sí, los hay que deciden jugarse la vida al otro lado del mundo, por gente que no conocen. Sólo porque saben que es lo justo. Son los incómodos. Les llaman protestones, pesados, cabezotas, temerarios… porque arriesgan su trabajo, su alquiler, su hipoteca, los escudos contra la incertidumbre.










Hay personas en cada ciudad, que esperan que termine su horario, para empezar a trabajar para que el mañana sea diferente. Y gente que escoge su trabajo para sentirse parte de ese mañana.

Por eso hay compañeros que se convierten en amigos. Y amigos que se convierten en compañeros…

Los hay que se vuelcan en sus hijos, y otros en que sus nietos se sientan bien en este mundo. Están los que batallan por un hogar que está lejos. Desde una clase, desde un despacho, inventando una huerta, juntándose para dibujar otro mundo.









Conviene recordarlo, de vez en cuando, en estos días cínicos. En el planeta del nadie hace nada por nadie, de mediocridad e indiferencia. Frente al imperio del ‘da igual’, del ‘y yo qué puedo hacer’… en cada esquina están ellos, los que luchan cada día.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno y esperanzador, aunque a veces cueste encontrar razones para ver el vaso medio lleno.
Me recuerda la metáfora del tablero de ajedrez. Multitud de peones que no hacen más que avanzar porque les toca y que, cada vez que miran a su alrededor, no ven más que reinas, alfiles y torres corruptos que no están dispuestas a sacrificarse.

charles dijo...

haberlos haylos... y lo más esperanzador para los mayores es que vemos que pese a "playstations y botellones" surgen jóvenes peones - como dice el precario -dispuestos a seguir avanzando dando ejemplos a reinas y torres con sus sacrificios, que confiamos no serán estériles...

a seguir...

Anónimo dijo...

Los Justos

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

(Borges, La Cifra)