martes, 24 de noviembre de 2009

Ajena.

Las ciudades -nos guste o no- también nos habitan a nosotros. Se pasean por nosotros, nuestras esquinas y nuestras plazas. A veces haciéndonos sentir bien, otras dándonos escalofríos y en algunos casos, cogiéndonos cariño.

Jena debe de sospechar que la odio, y es cierto que motivos no le faltan. Se enfada y nos envuelve a los dos en una neblina que oculta sus vergüenzas. Luego se le pasa y me perdona. Se intenta poner coqueta, con dos o tres días de glorioso otoño de cielo azul y fuego en los árboles, aunque todo acaba quedando en buenas intenciones.

Con reflejos envidiables -me conoce bien-, cuando me voy a ir con otra a engañarla por dos o tres días, intenta que por lo menos me vaya con ganas de volver. Espero irme de aquí antes de que consiga convencerme del todo.

Visiones de todos

1 comentario:

Anónimo dijo...

pues deja aquí escrito cuando te vayas, para visitarla entonces... a ver si me embauca como a ti...

gracias, charles