martes, 11 de noviembre de 2008

Sueños de Pekín

Huanji tiene 29 años, viene de la provincia de Yunnan (a unos 2.000 kilómetros de Pekín) y entra en el teatro tan emocionado que tropieza un par de veces antes de llegar al escenario. La ocasión no es para menos: es la primera vez que el público ha visto su primera película.

El largometraje cuenta la historia de un niño de su pueblo natal: las tradiciones locales, el tierno cuidado de su familia y su enamoramiento inocente. Es la película de una familia y una infancia felices, llena de sonrisas, auténtica. En esa infancia de sueños y banalidades, en un momento dado, a escondidas, el niño roba dinero a su madre para ir al cine. Es el principio de una pasión que llevará al joven a estudiar en Pekín.

Y algunos años después, en este escenario, ese niño ha crecido. Después de ver la película, el director (Huanji), de pelo larguísimo y aspecto desaliñado, reconoce que la historia que acabamos de ver es su historia. El padre que le mimaba y le duchaba de pequeño es su padre; y los ojos de la muchacha de la que se enamora eran los de su vecina. Nos cuenta que ha vendido su casa para poder hacer la película. A sus 29 años, ha podido contar su historia.

Frente a los grandes sueños realizados en otras latitudes (sí, me refiero a Obama) uno abre los ojos y descubre los milagros que se producen en su propia ciudad. Como el de Xiao Mao, que soñaba con poder viajar al extranjero y va a tener una oportunidad a partir de junio: irá a Japón a enseñar chino (“aunque lo único que me interesa es viajar y pasármelo bien”, dice). O como Wen Xiao, que había leído a García Márquez en chino y ahora, después de cuatro años estudiando, puede hacerlo en español ("¡por supuesto que no es lo mismo que en chino!").

Son los sueños de Pekín, algún cumplidos, otros por cumplir. Siempre en el aire.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ya hemos vuelto a aterrizar en este pekín post-olímpico donde los héroes ya no son los que conseguían las medallas (... y los contratos con nike...)sino otra vez las personas como Wen que luchan por esos sueños como leer sobre Macondo en español...
... por cierto, que cambios ves ahora en el país tras la euforia olímpica...?

gracias por seguir ahí... abrazos, ch.

Anónimo dijo...

El otro día hablé con una danesa que todavía no podía leer a Borges en castelleno porque le era muy difícil.

Después de la impresión que me produce que la gente sea capaz de leerlo en danés, me quedé reflexionando por qué muchos de nosotros no aprovechamos lo que nuestra lengua nos sirve...