O en Barcelona paseando distraído por Alonso Martínez. O viendo la postal de una favela de otro continente, si no apartas la mirada ante los pies indefensos de los niños, las mujeres con las garrafas repletas de agua, las paredes en pie de milagro, en el último barrio derribado.
con el mismo susurro que dejan escapar esas neveras gigantes. Y como no hay edificios, a veces entra una brisa limpia, que ensancha, como si viniera de… como si allí mismo estuviera el…, que lo hubieran traído en contenedores.
de casas de planta baja y colores vivos, más propias de cualquier pueblo caribeño que del centro de Madrid. Por ahí, en la calle del Acuerdo, unos muchos han querido darle un espacio a la utopía: la lucha tiene timbre de propuesta, los niños aprenden a decidir con la palabra (del otro), el mundo está para ser disfrutado, y por eso hay que cambiarlo. Una isla en medio de la meseta donde las cosas tienen valor, y no precio. (No señor, no todo es marketing. Pues sí señor, hay cosas que no se compran). Un patio
4 comentarios:
buen principio de temporada... y suerte de convivir con tantos Madrid...!!
Hola!
Buenas fotos, resulta que acabamos hablando de nieblas y pelados los dos en los blogs...un abrazo para madrid, venecia...y todos los puertos del mundo!
G.
gusto de recalar otra vez en esos cruces de calles y miradas.... y nostalgia por no poder compartirlas con la frecuencia deseada...
abrazos, ch
¡Qué bien! Nuevas visiones... Gracias por compartir.
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